En España son tradicionales las comidas familiares que se desarrollan fuera de casa. Tenemos bautizos, comuniones, bodas y un largo etcétera de eventos en los que la familia se reúne en un entorno que anda tiene que ver con el que estamos acostumbrados y que, por lo general, suele ser un restaurante de nuestro municipio o de algún pueblo cercano. ¿A que habéis vivido algo parecido en algún momento de vuestra vida? Es más, es bastante probable que lo hayáis hecho en más de una y en más de dos ocasiones.
A nosotros, que estamos acostumbrados a ver la vida al revés, se nos ocurre una manera mejor de disfrutar de este tipo de momentos sin que se pierda ni un ápice de calidad en los productos que consumimos. Un restaurante, en definitiva, nos sale bastante caro. El precio del cubierto suele pasar de los 60 o 70 euros cuando acudimos a un evento como a los que hemos hecho referencia. Y es una pena, porque hay una manera de conseguir algo mejor y más barato. Estamos hablando de un asunto como lo es el cátering, un modelo de negocio que cada día está más de moda.
Hemos querido rescatar un artículo que fue publicado en el portal web Statista para indicaos el número de empresas de este estilo que se encuentran operando en España en los momentos en los que nos encontramos. Por ejemplo, en 2018 fueron 13.785 las empresas del sector de las que disponíamos, mientras que en 2010 eran 10.471. Ese aumento (más de 3.000 entidades en apenas 8 años) tiene una explicación que no es otra que la de la gran cantidad de gente que ha decidido apostar por cambiar su modo de celebrar sus eventos.
La facturación de este sector también se ha incrementado de una manera ciertamente relevante de un tiempo a esta parte. En concreto, y según una noticia que fue ofrecida por el portal web Hosteltur, la facturación de este sector en el año 2016 fue de 3.385 millones de euros, lo cual supone un aumento del 3’8% en comparación con el ejercicio realizado un año antes. Se trata de un aumento que pone de manifiesto que la gente empieza a cansarse de lo que ha hecho durante toda la vida y que la apuesta por algo novedoso y que hasta ahora no entraba en sus planes algo que cada día está mejor visto.
Acudir a un restaurante en una comunión, bautizo o boda ya nos resulta hasta incluso aburrido. El motivo es que llevamos haciendo lo mismo toda la vida: acudiendo a los mismos restaurantes, consumiendo menús muy parecidos… y eso al final cansa. Hacer algo que no siga las reglas preestablecidas es algo que nos puede salir muy bien y eso es lo que suele pensar la gente que apuesta por un cátering para celebrar este tipo de eventos según lo que nos han comentado los profesionales de La Frolita, una entidad dedicada precisamente a la provisión de este tipo de servicios.
La satisfacción de quien apuesta por esto es habitual
Van siendo bastantes las personas que han probado, al menos una vez, cómo funciona un servicio de cátering como del que venimos hablando. Y lo que tienen en común todas estas personas es la satisfacción con este asunto, algo que, desde luego, está más que justificado teniendo en cuenta que se trata de un servicio personalizado y que, en opinión de mucha gente, apuesta por la calidad de los productos que conforman sus diferentes menús. Y es que ese es el valor diferencial de este tipo de actividades.
El cátering seguirá creciendo tanto en nuestro país como en otras naciones. En lo que tiene que ver con nuestro entorno, lo cierto es que servicios como estos pueden ser propios, además de para eventos formales como de los que hemos venido hablando, para algo más informal, como lo puede ser un cumpleaños, por poner un ejemplo. Y es que cambiar un poco la dinámica y ser capaces de variar en lo que a celebraciones se refiere es algo que vale su peso en oro, más que nada por el hecho de que, en el caso contrario, vamos a terminar aborreciendo acudir a una celebración.
No cabe la menor duda de que la gente va a seguir teniendo la necesidad de disfrutar al máximo de su tiempo libre y que cambiar de hábitos puede ser una buena manera de hacer que todos y cada uno de nosotros encontremos una forma que sea positiva para cambiar de aires y no estar siempre sometido a lo que es habitual. No podemos llegar a concebir que una celebración sigue formando parte de la rutina porque, de ese modo, esa celebración pierde todo su sentido.