Lladró

Las figuritas Lladró están de moda

Hay objetos que marcan épocas y que, aunque pasen los años, encuentran la manera de volver a estar presentes. Las figuritas Lladró son un ejemplo claro. Durante mucho tiempo fueron parte habitual de las vitrinas familiares, símbolo de buen gusto y de cierto estatus. Después, con la llegada de nuevas tendencias más minimalistas y frías, parecieron quedar en segundo plano. Sin embargo, hoy están recuperando protagonismo y llamando de nuevo la atención de coleccionistas, decoradores y personas que buscan un detalle especial.

 

Qué son las figuras Lladró

Las figuras Lladró nacen de la porcelana, un material conocido por su delicadeza y resistencia al mismo tiempo. Su origen está en Valencia, donde los hermanos Lladró comenzaron a experimentar con este tipo de piezas en la década de los cincuenta. Lo que empezó como un pequeño taller se convirtió con el tiempo en una de las marcas más reconocidas a nivel internacional en el mundo de la porcelana artística.

Estas figuras se caracterizan por una técnica muy cuidada. No se producen de forma masiva como otro tipo de adornos; cada pieza requiere un proceso detallado de moldeado, pintado y esmaltado. Ese trabajo artesanal se nota en los acabados, en la expresión de los rostros, en la suavidad de las formas y en la sensación de vida que transmiten.

 

Qué las diferencia de otras figuras

Si comparas una figura Lladró con otro adorno decorativo cualquiera, las diferencias son evidentes. En primer lugar, la calidad de la porcelana. No todas las porcelanas son iguales: la utilizada por Lladró destaca por su pureza, por el brillo sutil que adquiere al final del proceso y por la capacidad de reflejar la luz de una manera muy particular.

Otro elemento distintivo es el diseño. No se limitan a copiar figuras comunes, sino que transmiten escenas, emociones y momentos cotidianos. Una madre con su hijo, una pareja abrazada, un animal en reposo… todo está pensado para que no sea solo un adorno, sino una representación cargada de detalle.

También destaca el color. Mientras otras figuras se quedan en tonos planos o simples, las Lladró utilizan una paleta suave pero variada, que aporta realismo y elegancia. No es un color llamativo que deslumbre, sino uno que acompaña y hace que la figura gane presencia sin resultar excesiva.

 

Por qué se hicieron famosas

En las décadas de los setenta y ochenta, tener figuras Lladró en casa era sinónimo de distinción. Eran piezas que se exhibían en el salón o en vitrinas de cristal, y que servían para mostrar un cierto nivel cultural y económico. Además, empezaron a expandirse fuera de España, llegando a mercados como Estados Unidos o Japón, donde fueron recibidas con gran entusiasmo.

Su fama también se debió al trabajo de difusión que se hizo alrededor de ellas. Se convirtieron en regalos habituales para celebraciones importantes: bodas, aniversarios, jubilaciones. No eran un objeto que se comprara de manera impulsiva, sino una adquisición pensada, con un valor sentimental detrás. Esa conexión emocional fue lo que hizo que muchas familias las conserven hasta hoy.

 

El resurgir actual

En los últimos años, el gusto por lo único, lo artesanal y lo que tiene historia ha vuelto a crecer. Muchas personas se han cansado de los objetos impersonales que llenan las tiendas y que parecen todos iguales. En ese contexto, las figuritas Lladró han encontrado un nuevo lugar.

No solo los coleccionistas las buscan, también las nuevas generaciones que quieren dar a su hogar un toque distinto. Ya no se ven únicamente como piezas clásicas, sino como objetos que mezclan tradición y estilo. En parte, el auge de la decoración que recupera lo vintage ha ayudado a que vuelvan a ser valoradas.

Otro factor es que, en un mundo donde todo parece fabricarse en masa, tener algo hecho con tanto cuidado adquiere un valor especial. Lladró no ha perdido esa esencia artesanal, y eso se aprecia frente a otros adornos que parecen más desechables.

 

La importancia generacional de las figuras Lladró

Artestilo, empresa experta en distribución del regalo personal y de empresa, ha señalado cómo las figuras Lladró han mantenido una relevancia social a lo largo de los años. Destacan que no se trata solo de un objeto decorativo, sino de piezas con una carga emocional muy fuerte.

Hay familias que las han guardado de padres a hijos, lo que demuestra que no pierden vigencia con el tiempo. Esa permanencia en el hogar las convierte en algo más que un simple adorno: representan memoria, tradición y continuidad. Según explican, esa es una de las razones por las que siguen tan valoradas en contextos de regalo formal.

 

¿Aumentan de valor con el tiempo?

Uno de los aspectos que más curiosidad despierta sobre las figuras Lladró es si su valor económico crece con los años. La respuesta no es tan simple como un sí o un no, porque depende de varios factores. No todas las piezas alcanzan precios altos en el mercado de segunda mano, pero algunas sí logran revalorizarse de forma notable.

Las figuras descatalogadas suelen ser las más buscadas. Cuando Lladró deja de producir un modelo, automáticamente se convierte en un objeto más exclusivo. Eso hace que su precio suba entre coleccionistas, especialmente si se conserva en perfecto estado y con su caja original. Otro punto que influye es la rareza: las ediciones limitadas o las que se fabricaron en series pequeñas tienden a ser más valiosas con el paso del tiempo.

Sin embargo, no todo depende del mercado. El valor emocional que tienen en muchas familias las convierte en piezas que rara vez se venden. Es común que se transmitan de padres a hijos, lo que les da una relevancia que va más allá de lo económico. Y, en parte, esa mezcla de valor sentimental y posible revalorización es lo que mantiene vivo el interés por ellas.

Tener una figura Lladró puede ser, por tanto, una inversión doble: en recuerdos y, en algunos casos, también en dinero.

 

Las figuras Lladró como regalo especial

Regalar una figura Lladró no es como entregar un objeto cualquiera. Tiene un significado añadido que la persona que la recibe percibe de inmediato. No es un regalo improvisado, sino uno pensado para durar.

En el ámbito laboral, son una opción muy acertada para momentos en los que quieres mostrar reconocimiento o respeto. Entregarla a un jefe, a un compañero en su jubilación o a alguien que celebra un logro profesional es una forma de dar un obsequio que no pasa desapercibido.

En oficinas o despachos, funcionan también como elementos decorativos que transmiten cuidado y buen gusto. Colocadas en un lugar visible, aportan un aire de elegancia y al mismo tiempo cuentan una historia. No importa si se trata de una figura pequeña o de una más elaborada, lo que transmite es lo que la hace valiosa.

 

Cómo elegir la figura adecuada

No todas las figuras Lladró son iguales, y elegir la adecuada depende del contexto y del mensaje que quieras transmitir. Para un regalo de empresa, suelen encajar mejor las piezas que transmiten sobriedad, armonía o éxito, evitando elementos demasiado llamativos. Para un entorno más personal, quizá se prefieran aquellas que representan escenas familiares, de amistad o de afecto, que transmiten calidez y cercanía.

También es importante tener en cuenta el espacio donde se colocará la figura. Si es para un despacho, una pieza que aporte serenidad y equilibrio puede ser más acertada, mientras que en un salón o una habitación más amplia, una figura expresiva captará mejor la atención. Independientemente de la elección, todas las piezas comparten la misma calidad y detalle, lo que garantiza que cualquier opción que elijas será apreciada y duradera.

 

Un objeto que atraviesa generaciones

Lo más interesante de las figuras Lladró es que han conseguido trascender el paso del tiempo y mantenerse relevantes pese a los cambios de tendencias y estilos decorativos. Su durabilidad, cuidado en los detalles y acabado artesanal hacen que sigan siendo apreciadas generación tras generación.

Muchas veces, no se trata solo de comprar una figura nueva, sino de redescubrir la que ya estaba en la casa familiar, heredada de padres o abuelos. Ese reencuentro permite apreciar su valor emocional y cultural, demostrando que no son simples adornos temporales, sino piezas que forman parte de la memoria y la identidad familiar, conservando su importancia en la decoración y en los recuerdos de quienes las poseen.

 

Elige estilo, originalidad y permanencia

Las figuritas Lladró están demostrando que la tradición y la modernidad pueden convivir a la perfección. No han vuelto a ponerse de moda por casualidad, sino porque representan algo que otras piezas no ofrecen: calidad, cuidado y significado.

Tener una en casa, regalarla en un entorno laboral o conservarla como herencia es apostar por un objeto que no pierde relevancia a lo largo de los años. En un mercado lleno de adornos similares que no tardan en olvidarse y perder valor, las figuras Lladró siguen siendo un detalle con peso propio, y eso explica por qué vuelven a tener tanta presencia en la actualidad.

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