Ahora que acaba de pasar la Navidad y toda esa euforia de regalos por aquí y regalos por allá parece que mucha gente está echando la vista hacia atrás y analizando el comportamiento de niños y adultos en este tema. De hecho, tanto es así, que hasta muchos psicólogos han decidido dar su opinión a los medios de comunicación y, como siempre, el ser humano es contradictorio hasta en esto.
La mayoría de nosotros, y digo mayoría porque siempre hay alguien que es fiel a sus creencias, acaba comprando de todo, haga falta o no, como cualquier hijo de vecino. El consumismo está a la orden del día y más aún cuando se trata de regalos. Compramos de todo a los niños y niñas, y luego los pequeños se abruman y no hacen caso prácticamente a nada, lo que más ilusión les hace es desenvolver el paquete y lo que haya dentro da igual.
Esto lo viví con mi sobrina, que abría paquetes a mansalva sin ver siquiera lo que había dentro. Yo le hice tres regalos, uno pequeño y dos normales, y cuando sigo normales me refiero a que costaban una medie de 13 euros, no más. El pequeño fue un playmobil de mi infancia, y cuando la vi abrir un regalo, y otro, y luego el tercero, y pasar a los que le había comprado su abuela comprobé que apenas miraba el regalo en sí, sólo estaba excitada rompiendo papel de envolver sin más motivación que seguir abriendo regalos. Y la culpa es nuestra, pues los psicólogos recomiendan una media de cinco regalos como mucho, y además siguiendo una serie de normas:
- El regalo que más deseen (ese juguete que lleva pidiendo dos meses).
- Algo para compartir (un juego de mesa para jugar en familia, algo para compartir con sus hermanos, una entrada de cine para toda la familia).
- Algo para aprender (un cuento, un juego educativo, un libro).
- Algo que necesiten (zapatos, algo de higiene).
- Algo para la escuela (una mochila, un estuche nuevo, carpetas de superhéroes).
Pero cuidado, porque eso es lo que aconsejan algunos psicopedagogos mientras que otros aconsejan que los niños y niñas elijan libremente sus regalos con el fin de no caer en el sexismo. Pero, si dejamos que elijan, puede que no quieran algo para compartir, ni algo para aprender ¿no?
Maribel Paz, experta psicóloga infantil en Madrid, asegura que si los niños reciben demasiados regalos dejarán de apreciar el detalle, incluso el juguete en sí, y acabará por aburrirse tenga lo que tenga en la habitación.
Adictos a regalar
Y es que muchos de nosotros somos adictos a regalar. Por lo visto, y también según los expertos, nos gusta más comprar para los demás que para nosotros mismos, así que cuando llegan este tipo de fechas en las que lo único que hacemos es comprar para los demás, nos volvemos un poco locos. Barry Schwartz, autor de The Social Psychology of Gifts (La psicología social de los regalos), ya escribió en 1967 que “los regalos son una de las formas en que se transmiten la imagen que tienen los demás de nosotros”. De ahí que muchas veces compremos un regalo pensando más en la impresión y emoción que vaya a sentir el regalado al abrirlo que en su utilidad real. O regalemos algo que los otros ni sabían que querían en vez de seguir su lista de deseos de Amazon.
Y no es que no nos guste recibir, es que, en general nos suele gustar más regalar. Investigadores de la Universidad de Chicago y de la Northwestern University (Boston) realizaron dos experimentos en los que vieron cómo la sensación de felicidad de los participantes no declinaba o lo hacía a un ritmo mucho más lento cuando daban regalos o hacían donaciones en comparación con los individuos que recibían regalos o se quedaban ellos con los premios.
En otras palabras: cuando inflamos a los niños y niñas con regalos en Navidad no es por ellos, es para sentirnos mejor con nosotros mismos. Ahí queda eso… ¿cuántos regalos pensáis comprar a los niños y niñas de la familia el año que viene o en sus cumpleaños ahora que sabéis esto?